Cuando hablo de la diversidad, me refiero, por ejemplo, a todas las diferentes personas que me rodean, o a las miles de diferentes situaciones que vivo diariamente, a todas esas diferentes decisiones que inevitablemente he de tomar y a todas las palabras que a lo largo del día acabare pronunciando. Son todas esas cosas, que por cierto, antes me asustaba afrontar, las que ahora me motivan.
Gandhi dijo que por muy insignificante que nos pareciera lo que hiciéramos, debíamos hacerlo, porque nadie mas lo haría por nosotros. Nunca sabremos si una simple amable palabra, o un minuto de nuestro tiempo dedicado a escuchar puede sanar el corazón de una persona. No lo sabremos si no lo hacemos, y a mi me gusta hacerlo, porque se que yo también recibiré algo a cambio. Puede parecer egoísta, pero en este caso, lo que yo reciba quizás me ayude en un futuro a salvar a alguien.
Desgraciadamente, mi tiempo es limitado, y mis ganas son muchas, y aunque se que yo también necesitare de alguien y que puede que no este allí, también la diversidad me ha enseñado a encajar con gracia y caer de pie. Que puta ironía ¿no?
Precioso temazo que me encanta, pero que no tiene nada que ver en este post (aunque el desamor sea una de esas infinitas diversas variaciones de la vida) pero ¡que coño! algún día la música dominara el mundo...