Pero no a mi, yo amo a una mujer, la amo, simplemente la amo y la amo y la amo. Amo todo lo que tienen las mujeres. Amo las partes que se mueven. Amo su pelo y su cuello. Amo como cruzan la cocina para poner la tetera de ese modo indolente y familiar. La amo cuando abre los ojos por la mañana. Amo su piel suave como un bebe. Amo sus voces. Amo sus manos mas pequeñas que las mías. Amo tumbarme sobre ellas y que se me tumben encima. Amo sus tiernos pechos. Amo sus pestañas y su nariz, sus dientes y sus hombros, sus risitas, sus pasiones arrebatadas y sus fluidos y su aliento contra el mio por las noches. Y sus ronquidos, y sus piernas entrelazadas con las mías y sus pies por la mañana y amo su vientre y muslos y como cada parte se acopla a la mía, y amo como mis partes se acoplan a ella, y amo sus cavidades y articulaciones y rodamientos. Y amo los huesos de sus caderas y sus partes húmedas de amor y deseo. Amo sus épocas de celo y amo como duerme y como camina y habla y susurra y ama y canta y amo su espalda y su culo acurrucado en mi como en una butaca. Y la amo por aceptarme y darme un hogar donde cicatrizar mi angustias, mis ansias, mi amor, mis sueños, mi ternura, mi dulzura, mi paz de espíritu. Y amo derramar en ellas todo mi amor con los ojos abiertos y amo nuestro agotamiento y amo sus rodillas y sus omóplatos y sus granitos y la amo cuando me espera y la amo cuando me conforta mientras le cuento mis batallas cotidianas en el mundo... y la amo. Y la amo...
Texto extraido de "A la Griega" escrita por Steven Berkoff