Escuchando a Sade, regreso a las tierras altas escocesas, a cuando vivía en un pequeño pueblecito a un par de horas de Edimburgo. Regreso al calor de la chimenea, a estar frente a la ventana, mirando las montañas que rodeaban su casa. Recordó como si estuviera allí de nuevo, la mañana en la que hicieron el amor por primera vez. El miraba por la ventana. Era un dia frio, pero los rayos de Sol se colaban a través de las nubes para reflejarse sobre las cumbres nevadas y hacer que ese día fuera particularmente hermoso. Ella se acerco por detrás y pasandole un brazo por el cuello y otro por la cintura y abrazándole fuerte, como si tuviera miedo de que fuera a desaparecer, le susurro al oído: Algún día el amor dominara el mundo...
Después de perderse en ese recuerdo durante un buen rato, Is there a ghost de Band of Horses le saco de golpe de el, y como si estuviera viajando en el tiempo se traslado directamente al metro de Tokio. Estaba en el centro del vagón, rodeado de Japoneses bajitos, lo que le daba una panorámica perfecta de la coronillas de todos ellos ¿porque serán tan bajitos? No recuerda exactamente porque estaba allí. Solo sabe que comenzó su viaje buscando algo, quizás, estar solo, aunque es difícil estar solo cuando estas en una de las ciudades mas pobladas de la tierra con mas de 38 millones de habitantes.
Salio del metro en el distrito de Ginza. Lo primero que vio es el enorme rascacielos que tiene el cartel inmenso de la Sony. Era un día de lluvia, pero no importaba, había gente por todas partes. Las aceras estaban abarrotadas de japoneses con sus gabardinas, hombres de negocios con maletín, mujeres que corrían para resguardarse de la lluvia, pequeños japonesitos con el uniforme escolar y muchos coches. Caminaba por la calle y eran las 2 de la tarde. Delante de el, un grupo inmenso de gente caminando y detrás de el, miles de Japoneses que parecían perseguirle. En una ciudad con tanta gente, es normal que parezca que te sigan, aun si no tienes rumbo fijo. Podría parecer que el caos gobernaba esa ciudad, pero si algo tienen los japoneses es que son muy disciplinados, prácticamente para todo, incluso para caminar por la calle.
Decidió cambiar de rumbo. Se paro al borde de la acera para cruzar la calle. El paso de cebra era enorme, una gran muchedumbre de japoneses lo rodearon para cruzarlo y lo llenaban, al igual que los que estaban en el otro lado de la calle. Parecían dos ejércitos en el campo de batalla, uno frente a otro, esperando a la orden del semáforo de peatones para lanzarse a la pelea. La escena le cautivo, y se preguntaba si los que estaban enfrente le veían como el los estaba viendo. Observándolos descubrió una silueta que destacaba entre todas las demás. Era alta y vestía una gabardina blanca y un paraguas rojo. Esa fue la primera vez que la vio. Ella estaba enfrente, mirándolo exactamente igual que el la miraba a ella, y se sonrieron...
En ese momento hizo una pausa en el recuerdo para poner ¿What am I to you? de Norah Jones, que era la canción que comenzó a sonar en ese preciso momento en su Ipod, y le volvió a dar al play de su memoria. El semáforo se puso en verde, y como una estampida todos se lanzaron al ataque, todos, menos ellos. Sin apartar su mirada llegaron hasta el centro de la calle y se miraron hasta que ya no había nadie cruzando y los coches comenzaban a tocar el claxon. El cambio de nuevo el rumbo y siguió el de ella...
4 comentarios:
Te tengo olvidado desde que "desapareciste". Volveré más a menudo...
...en el centro de la calle.
Qué guay!
Ahora vendría bien refrescarse con ess gotas de lluvia, que aquí hace mucho calor!
Debe ser bonito Japón!
Desayuno rayajero: Café con relato de Route66
...aunque yo lo he aliñado con tunnel vision de Lenny Kravitz, rescatado del olvido por tu culpa también...
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