Era Diciembre del año 1957. Jack Kerouack había publicado unos meses antes su novela On the road, que hablaba de sus experiencias en la carretera con la única compañía de las drogas, el sexo, el alcohol y el Jazz, y créeme, tuvo un éxito tremendo entre la juventud, fue aclamada como un verdadero manifiesto de exaltación del sentimiento salvaje de la vida y de la locura, porque encarnaba los deseos de libertad e independencia de esa generación, para quienes la carretera se convirtió en sinónimo de libertad y aventura. Unos años antes la sociedad descubrió a la generación beat, pero solo entonces se comenzó a considerar a Kerouac como líder indiscutible de ese grupo de escritores que querían romper con la acomodada vida de la sociedad americana, que querían liberarse de las asfixiantes convenciones sociales de la época y buscar un sentido a la existencia .
Yo acaba de llegar de Japón. Después de un viaje interminable bajé del barco y camine por las calles de Nueva York en busca de cualquier garito abierto para pillarme la madre de todas las cogorzas. Encontré uno detrás de una esquina, bastante escondido, The Incline, donde música de Jazz sonaba tras la puerta sucia y destartalada del local, con las ventanas rotas y olor a meado de borracho manchando la paredes, pero me daba igual, si tenían alcohol, ya me bastaba. El local apenas estaba vació. El barman, dos tíos jugando a billar y al final de la barra, iluminado levemente por una bombilla llena de polvo se intuía la silueta de alguien con la mirada perdida en el fondo del vaso.
Me senté en el taburete y le pedí al camero Jack Daniels. Cuando me servio la copa le dije que dejara la botella y en ese momento, cuando la tenia delante, la botella brillo majestuosa, vestida con su etiqueta negra, con todas sus esquinas pulidas perfectas. El primer trago siempre es para olvidar el desarraigo y a partir de ahí, ya no hay limites. Llevaba mucho tiempo viajando, años, y de todas las historias que había vivido, siempre había una que se repetía, siempre se repetía. No dejaba de pensar en todo aquello, y ahora era yo el que tenia la mirada perdida en el fondo del vaso cuando volví a mirar al tío que estaba sentado a final de la barra. Tenia cara de boxeador, barbilla afilada, nariz prominente, pelo corto pero alborotado y con ojos claros de mirada profunda. ¿Quien es ella? me pregunto mientras clavaba su mirada profunda y serena sobre mi. Yo volví a mirar el vaso, y de un trago asfixiante lo vacié, ¿quien es ella? insistió él...
- Ella... ella...
- Vaya! ¿de verdad? una mujer así debía de estar acosada continuamente por pretendientes...
Me serví otra copa, y él ya se había sentado en el polvoriento taburete que había a mi lado, había traído su vaso, su botella y un botecito con pastillas, Benzedrina, decía la etiqueta, y mientras lo abría y se tomaba una me volvió a preguntar...
- Y bien ¿como era ella?
- Ella... ella amigo, tenia esa expresión, extraña e irresistible que va mas allá de la superficie de sus rasgos, como si todo el mundo le resultara al mismo tiempo infinitamente divertido... e infinitamente trágico. Y es cierto, competía por su afecto, pero nunca conocí a una mujer así, cuando la miraba veía a un Ángel, cuando tocaba su piel mi cuerpo se estremecía, y cuando la besaba sabia que, me estaba enamorando... fue real ¿sabes? jodidamente real...
- Wow! Eso si es amor amigo, expresado como si hubieras salido directamente de Orgullo y prejuicio. Ahora entiendo la botella y tu mal olor ¿hace cuanto que no te das un buen baño?
No dije nada. No podía. El me miraba desde detrás del vaso, desde detrás de sus ojos verdes, con la boca entre abierta, pensándose si hablar conmigo o no...
- Oye... Ellas son una bendición -me dijo- pero nosotros... nosotros somos la maldición, todo lo estropeamos. Yo he estado casado 2 veces y he tenido multitud de amantes, pero en cada segundo he sentido como palpitaba la vida. Todo lo que hacemos es encaminarnos derechos a la tumba, y un rostro cubre nuestro esqueleto por un tiempo, así que, mueve ese rostro y sonríe... enamorate de tu existencia y nunca te arrepientas de nada que puso una sonrisa en tu cara...
En todo este tiempo había conocido a muchas personas, muchísimas, pero a nadie como a él, a nadie que amara tanto la vida, que sintiera tan profundamente dentro de él lo que era el simple hecho de respirar, de sentirse vivo. La forma en que hablaba, con convicción, lo que decía, de verdad creía lo que decía...
- Nuestros actos ponen cosas en movimiento, y tenemos que vivir con ellos -le dije- y cuando alguien se marcha siempre te deja algo, algo para que recuerdes que es el dolor. Durante mucho tiempo he estado buscando, no se que, pero lo único que he encontrado es lo que no quería y no quiero seguir malgastando mi vida buscando respuestas que no me van a gustar... me siento cansado...
- Entiendo... mira, independientemente de como se viaje, de los atajos que se tomen, del cumplimiento o no de las expectativas, uno al final siempre acaba aprendiendo algo... y la culpa y el dolor... puedes hacerlos desaparecer... Siempre nos encontraremos decepciones en el camino, o gente que de alguna forma u otra nos marque, siempre existirá en nosotros ese amor que es como un sueño imposible que se lleva la noche, pero no hay que rendirse, nunca, hay que seguir adelante porque nunca sabes que es lo que puedes encontrar mas allá del valle, no sabes si el océano esta detrás de aquella duna o si el cielo azul se volverá rojo al caer la noche... Lo importante seria ¿que es lo que has aprendido en tu viaje..?
Demasiada sabiduría en sus palabras, demasiada, como para estar regada con drogas y whisky... ¿ había pasado demasiado tiempo fuera y el mundo había cambiado sin darme yo cuenta? ¿o es que él era como yo? ¿habría encontrado por casualidad a otro de los nuestros...?
- Tío... ¿Que haces aquí? ¿por que hablas conmigo? Solo he entrado para tomar una copa tranquilo y lamerme las heridas ¿que es lo que quieres?
- A la primera pregunta te diré que, estoy aquí porque quiero emborracharme. Soy bastante tímido, y esta noche tengo un recital de Jazz y poesía y así es como me relajo, y a tu segunda pregunta, porque hablo contigo, es porque las únicas personas que me agradan son las que están locas, locas por vivir, locas por hablar, locas por ser salvadas...
- Entonces soy tu hombre, estoy loco, aunque no necesito que me salven. La salvación esta altamente sobrevalorada. Todo lo que sé, es que el hombre no quiere salvación, no quiere redención, solo quiere satisfacer sus propias apetencias, sumirse en esa espiral de hedonismo y placer sin importarle como acabara todo, sin importarle los demás... El ser humano es egoísta por naturaleza, e incluso aquellos que tu creas que no lo son, créeme, lo son.... yo lo soy, tu lo eres, por eso estamos aquí, bebiendo en este antro, porque nos da igual donde sea mientras nos den lo que queremos...
Por un instante me quede callado, en silencio, mirándole a los ojos, y el hacia exactamente lo mismo. Estábamos escudriñándonos el uno al otro, intentando averiguar el porque de aquella extraña conversación...
- Discúlpame -dije- se nota que eres un tío que aprecia la vida, que vive intensamente todo lo que hace, ya sea tomarse una copa en un garito de mala muerte como este o cocinar espagueti a la boloñesa en el carnaval de Venecia...
- Tranquilo, no creo que hables mucho, lo que creo es que escondes demasiado, y tus silencios... tus silencios son escandalosos... demasiados secretos... y propongo un brindis por eso, por todo lo que no decimos, por que sabemos que quien lo escuche no lo entendería jamas... por nuestra locura...
- Brindo por eso pues...
- Por cierto, me llamo Jack, Jack Kerouac....
De repente Billy me interrumpió...
- Para para para!! A ver ¿me estas diciendo que en el 57 llegaste de Japón, que te metiste en un garito de mala muerte, que te encontraste ni mas ni menos con Jack Kerouack, y que ademas te tomaste unos tragos con el? ¿pero quien te crees que eres? Solo el simple hecho de que no aparentes mas de 30 años...
- 33 para ser exactos
- Vale! Pues 33! Eso ya dice que es imposible que hubieras nacido antes del 57, y ademas ¿Jack Kerouac? ¿Por que no Keneddy? O mejor, Hugh Hefner!!! A ese si que hubiera merecido la pena conocerlo en su mejor época...
- Pues la verdad es que a Hef lo conocí en el 61, en la única cita doble que he tenido, él, yo, y las gemelas, Marzo y abril si no recuerdo mal...
Billy se quedo callado mirándome fijamente, intentando buscar las palabras exactas que definieran lo que quería decirme en ese momento...
- Eres un gilipollas y estas para que te encierren... y pensar que casi te creo...
Sí, contundente, como un puñetazo en la boca del estomago. Se dio media vuelta y se marcho del bar, y no lo volveria a ver en muchísimo tiempo...
John había estado detrás de la barra todo el rato, fingiéndose atareado mientras escuchaba la conversación disimuladamente.
- Si sigues frotando así el vaso al final lo vas a gastar...
- Perdona tío -musito nervioso mientras se acercaba tropezando con trastos y cachivaches por detrás de la barra- solo quería preguntarte...
- dime...
- ¿Conociste a Bob? a Dylan quiero decir...
- Robert Allen Zimmerman...
- No tío! A Bob Dylan!
- Así es como se llama realmente John, Robert Allen Zimmerman...
- Ah! Entonces le conociste ¿no?
John era un afroamericano de unos 50 años, inmensamente grande y demasiado tímido para un hombre de su tamaño, y dos cosas me sorprendieron de su actitud. Primero, que le gustara Bob Dylan, y segundo, su credulidad ante lo que le estaba contando.
- Sí John, le conocí. La primera vez que le vi fue en su primer año en la universidad, en Minnesota. Trabaje allí de profesor de Historia, era mi primer año, y algunas noches solía ir a una cafetería que estaba a unos pocos bloques del campus, que se llamaba 10 O´Clock Scholar,y allí una noche lo vi subir al escenario acompañado de su guitarra y su armónica. Era solo un crió y...
continuara...
*Los diálogos con Jack Kerouac son textos originales de él en claro homenaje al escritor...
Yo acaba de llegar de Japón. Después de un viaje interminable bajé del barco y camine por las calles de Nueva York en busca de cualquier garito abierto para pillarme la madre de todas las cogorzas. Encontré uno detrás de una esquina, bastante escondido, The Incline, donde música de Jazz sonaba tras la puerta sucia y destartalada del local, con las ventanas rotas y olor a meado de borracho manchando la paredes, pero me daba igual, si tenían alcohol, ya me bastaba. El local apenas estaba vació. El barman, dos tíos jugando a billar y al final de la barra, iluminado levemente por una bombilla llena de polvo se intuía la silueta de alguien con la mirada perdida en el fondo del vaso.
Me senté en el taburete y le pedí al camero Jack Daniels. Cuando me servio la copa le dije que dejara la botella y en ese momento, cuando la tenia delante, la botella brillo majestuosa, vestida con su etiqueta negra, con todas sus esquinas pulidas perfectas. El primer trago siempre es para olvidar el desarraigo y a partir de ahí, ya no hay limites. Llevaba mucho tiempo viajando, años, y de todas las historias que había vivido, siempre había una que se repetía, siempre se repetía. No dejaba de pensar en todo aquello, y ahora era yo el que tenia la mirada perdida en el fondo del vaso cuando volví a mirar al tío que estaba sentado a final de la barra. Tenia cara de boxeador, barbilla afilada, nariz prominente, pelo corto pero alborotado y con ojos claros de mirada profunda. ¿Quien es ella? me pregunto mientras clavaba su mirada profunda y serena sobre mi. Yo volví a mirar el vaso, y de un trago asfixiante lo vacié, ¿quien es ella? insistió él...
- Ella... ella...
- Vaya! ¿de verdad? una mujer así debía de estar acosada continuamente por pretendientes...
Me serví otra copa, y él ya se había sentado en el polvoriento taburete que había a mi lado, había traído su vaso, su botella y un botecito con pastillas, Benzedrina, decía la etiqueta, y mientras lo abría y se tomaba una me volvió a preguntar...
- Y bien ¿como era ella?
- Ella... ella amigo, tenia esa expresión, extraña e irresistible que va mas allá de la superficie de sus rasgos, como si todo el mundo le resultara al mismo tiempo infinitamente divertido... e infinitamente trágico. Y es cierto, competía por su afecto, pero nunca conocí a una mujer así, cuando la miraba veía a un Ángel, cuando tocaba su piel mi cuerpo se estremecía, y cuando la besaba sabia que, me estaba enamorando... fue real ¿sabes? jodidamente real...
- Wow! Eso si es amor amigo, expresado como si hubieras salido directamente de Orgullo y prejuicio. Ahora entiendo la botella y tu mal olor ¿hace cuanto que no te das un buen baño?
No dije nada. No podía. El me miraba desde detrás del vaso, desde detrás de sus ojos verdes, con la boca entre abierta, pensándose si hablar conmigo o no...
- Oye... Ellas son una bendición -me dijo- pero nosotros... nosotros somos la maldición, todo lo estropeamos. Yo he estado casado 2 veces y he tenido multitud de amantes, pero en cada segundo he sentido como palpitaba la vida. Todo lo que hacemos es encaminarnos derechos a la tumba, y un rostro cubre nuestro esqueleto por un tiempo, así que, mueve ese rostro y sonríe... enamorate de tu existencia y nunca te arrepientas de nada que puso una sonrisa en tu cara...
En todo este tiempo había conocido a muchas personas, muchísimas, pero a nadie como a él, a nadie que amara tanto la vida, que sintiera tan profundamente dentro de él lo que era el simple hecho de respirar, de sentirse vivo. La forma en que hablaba, con convicción, lo que decía, de verdad creía lo que decía...
- Nuestros actos ponen cosas en movimiento, y tenemos que vivir con ellos -le dije- y cuando alguien se marcha siempre te deja algo, algo para que recuerdes que es el dolor. Durante mucho tiempo he estado buscando, no se que, pero lo único que he encontrado es lo que no quería y no quiero seguir malgastando mi vida buscando respuestas que no me van a gustar... me siento cansado...
- Entiendo... mira, independientemente de como se viaje, de los atajos que se tomen, del cumplimiento o no de las expectativas, uno al final siempre acaba aprendiendo algo... y la culpa y el dolor... puedes hacerlos desaparecer... Siempre nos encontraremos decepciones en el camino, o gente que de alguna forma u otra nos marque, siempre existirá en nosotros ese amor que es como un sueño imposible que se lleva la noche, pero no hay que rendirse, nunca, hay que seguir adelante porque nunca sabes que es lo que puedes encontrar mas allá del valle, no sabes si el océano esta detrás de aquella duna o si el cielo azul se volverá rojo al caer la noche... Lo importante seria ¿que es lo que has aprendido en tu viaje..?
Demasiada sabiduría en sus palabras, demasiada, como para estar regada con drogas y whisky... ¿ había pasado demasiado tiempo fuera y el mundo había cambiado sin darme yo cuenta? ¿o es que él era como yo? ¿habría encontrado por casualidad a otro de los nuestros...?
- Tío... ¿Que haces aquí? ¿por que hablas conmigo? Solo he entrado para tomar una copa tranquilo y lamerme las heridas ¿que es lo que quieres?
- A la primera pregunta te diré que, estoy aquí porque quiero emborracharme. Soy bastante tímido, y esta noche tengo un recital de Jazz y poesía y así es como me relajo, y a tu segunda pregunta, porque hablo contigo, es porque las únicas personas que me agradan son las que están locas, locas por vivir, locas por hablar, locas por ser salvadas...
- Entonces soy tu hombre, estoy loco, aunque no necesito que me salven. La salvación esta altamente sobrevalorada. Todo lo que sé, es que el hombre no quiere salvación, no quiere redención, solo quiere satisfacer sus propias apetencias, sumirse en esa espiral de hedonismo y placer sin importarle como acabara todo, sin importarle los demás... El ser humano es egoísta por naturaleza, e incluso aquellos que tu creas que no lo son, créeme, lo son.... yo lo soy, tu lo eres, por eso estamos aquí, bebiendo en este antro, porque nos da igual donde sea mientras nos den lo que queremos...
Por un instante me quede callado, en silencio, mirándole a los ojos, y el hacia exactamente lo mismo. Estábamos escudriñándonos el uno al otro, intentando averiguar el porque de aquella extraña conversación...
- Discúlpame -dije- se nota que eres un tío que aprecia la vida, que vive intensamente todo lo que hace, ya sea tomarse una copa en un garito de mala muerte como este o cocinar espagueti a la boloñesa en el carnaval de Venecia...
- Tranquilo, no creo que hables mucho, lo que creo es que escondes demasiado, y tus silencios... tus silencios son escandalosos... demasiados secretos... y propongo un brindis por eso, por todo lo que no decimos, por que sabemos que quien lo escuche no lo entendería jamas... por nuestra locura...
- Brindo por eso pues...
- Por cierto, me llamo Jack, Jack Kerouac....
De repente Billy me interrumpió...
- Para para para!! A ver ¿me estas diciendo que en el 57 llegaste de Japón, que te metiste en un garito de mala muerte, que te encontraste ni mas ni menos con Jack Kerouack, y que ademas te tomaste unos tragos con el? ¿pero quien te crees que eres? Solo el simple hecho de que no aparentes mas de 30 años...
- 33 para ser exactos
- Vale! Pues 33! Eso ya dice que es imposible que hubieras nacido antes del 57, y ademas ¿Jack Kerouac? ¿Por que no Keneddy? O mejor, Hugh Hefner!!! A ese si que hubiera merecido la pena conocerlo en su mejor época...
- Pues la verdad es que a Hef lo conocí en el 61, en la única cita doble que he tenido, él, yo, y las gemelas, Marzo y abril si no recuerdo mal...
Billy se quedo callado mirándome fijamente, intentando buscar las palabras exactas que definieran lo que quería decirme en ese momento...
- Eres un gilipollas y estas para que te encierren... y pensar que casi te creo...
Sí, contundente, como un puñetazo en la boca del estomago. Se dio media vuelta y se marcho del bar, y no lo volveria a ver en muchísimo tiempo...
John había estado detrás de la barra todo el rato, fingiéndose atareado mientras escuchaba la conversación disimuladamente.
- Si sigues frotando así el vaso al final lo vas a gastar...
- Perdona tío -musito nervioso mientras se acercaba tropezando con trastos y cachivaches por detrás de la barra- solo quería preguntarte...
- dime...
- ¿Conociste a Bob? a Dylan quiero decir...
- Robert Allen Zimmerman...
- No tío! A Bob Dylan!
- Así es como se llama realmente John, Robert Allen Zimmerman...
- Ah! Entonces le conociste ¿no?
John era un afroamericano de unos 50 años, inmensamente grande y demasiado tímido para un hombre de su tamaño, y dos cosas me sorprendieron de su actitud. Primero, que le gustara Bob Dylan, y segundo, su credulidad ante lo que le estaba contando.
- Sí John, le conocí. La primera vez que le vi fue en su primer año en la universidad, en Minnesota. Trabaje allí de profesor de Historia, era mi primer año, y algunas noches solía ir a una cafetería que estaba a unos pocos bloques del campus, que se llamaba 10 O´Clock Scholar,y allí una noche lo vi subir al escenario acompañado de su guitarra y su armónica. Era solo un crió y...
continuara...
*Los diálogos con Jack Kerouac son textos originales de él en claro homenaje al escritor...