sábado, 30 de junio de 2012

Siempre es hoy...

...y hoy tengo ese vacío dentro de mi en el que resuena el eco de la decepción... otra vez... Creía que podía esconderme de lo que fuera; de mi destino, de Dios, que siempre habría un lugar lo bastante alejado, y entonces huí, hasta los confines de la tierra, donde todo volvió a ser seguro, tranquilo y cálido, y al abrigo del aire salado, con el peligro ya olvidado, con el lujo del luto, tal vez por un momento creí que había escapado... ¿pero de verdad había huido? 

Hoy me he sentado en las rocas, frente al mar, y el aroma del aire salado que se pegaba a mi piel y que el sol tostaba haciéndola tener ese sabor peculiar que tienen los océanos ha reconfortado mi alma, mi alma solitaria, que ya no odia, ni envidia, ni lamenta; ni es compasiva ni generosa, ni benévola ni egoísta, ni inferior, resentida u orgullosa, ni humilde, serena o alegre... 

Ahora se que puedes irte lejos, tomar pequeñas precauciones, pero ¿ puedes llegar a escapar? ¿ tienes la fuerza y la astucia para esconderte? la triste realidad es que no podemos escondernos, que no hay partes de la vida que no contengan lecciones y que mientras estemos vivos habrá lecciones que tendremos que aprender. Podría decir que todo me da igual, pero mentiría. Podría decir que me alegra ver las caras de la gente cuando me vuelven a ver después de tanto tiempo, porque puedo percibir claramente ese asombro mezclado con envidia irascible, lo cual me resulta deliciosamente satisfactorio.... pero al final me duele...

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